mis autores y su libro seleccionado: Enrique Serrano Escritor colombiano nacido en Barrancabermeja. Navegó tres años en un barco mercante y al regresar estudió Filosofía, haciendo una tesis sobre Asia y África. Pro fesor de la Universidad de Rosario en Bogotá, publicó su primer libro, La marca de España, en 1997. Esta obra narra las vidas desgarradas y variopintas de los hispanos de todas partes, de los que han sentido las huellas de España. Es una fantasía literaria sobre el significado del pasado y del futuro. Unos relatos a caballo entre la historia y la ficción novelesca que, a través de atisbos de momentos cruciales en las vidas de personajes como Séneca, Ibn Hazm o el duque de Alba, proporcionan una visión novedosa y desgarrada del ser hispánico[1]. |
Manuel Mejía Vallejo
La casa de las dos palmas
Una familia signada por un hado funesto. Un padre autoritario y tenaz. Un grupo que se debate entre su sino y sus respectivas individualidades. Un país que apenas deja su carácter rural para entrar a una modernidad que no siempre se presenta signada por el progreso y el bienestar. La casa de las dos palmas relata la vida de la excéntrica estirpe de los Herreros «monstruosos», excesivos, sentenciosos, corajudos, contradictorios, crueles y tiernos, obsesionados hasta más allá de la muerte por sus delirios y sus ilusiones. A caballo entre dos épocas, ajenos a un mundo rural ingenuo y al ritmo acompasado de labriegos y aldeanos, pero excéntricos, asimismo, al espíritu burgués del cálculo, la medianía, la acomodación, la vida muelle y fácil[2].
Fernando Vallejo
Es la cuarta novela de la serie autobiográfica El río del tiempo. Prosigue la historia de tres libros anteriores con la misma prosa lírica y expresionista. Trata sobre el viaje del narrador, tras su estancia en algunas ciudades europeas, a Nueva York. La voz que narra es la del mismo ser irrespetuoso, inteligente y apasionado que aquí fustiga a un país en el que hasta los ríos son asesinos. |
William Ospina
Los nuevos centros de la esfera
«En uno de sus atormentados desvelos científicos, José Arcadio Buendía descubrió que la tierra era redonda como una naranja, pero nadie en su aldea quiso cree semejante delirio. Los pueblos americanos fuimos el primer fruto de eso que ahora se llama globalización, pero no acabamos de creer que el fenómeno exista. Esta dificultad, sin embargo, afecta a todos en todas partes. Quienes padecen los males de un planeta integrado pero injusto, no creen tener derechos que reclamar; quienes se benefician de un intercambio desigual, no creen tener responsabilidades planetarias. (...) La historia nos ha hecho por fin contemporáneos de todos los seres humanos, ha puesto nuestra realidad a gravitar en torno a las mismas angustias y las mismas esperanzas que el resto de la humanidad, pero tal vez cientos males de la cultura se advierten más nítidamente desde los nuevos centros de la esfera que desde la conformidad y el hastío de los viejos imperios opulentos, que se sirven del mundo pero se desentienden de su destino.»
La decadencia de los dragones
Carlyle afirmó que para la humanidad es indispensable una filosofía del traje, ya que el hombre es el único animal que se viste. Con la misma lógica podríamos afirmar que necesitamos una filosofía de la risa, ya que, salvo las hienas por instinto, y un gato evanescente de Lewis Carroll por capricho, el hombre es el único animal que se ríe. Y una filosofía del crimen, ya que el hombre es el único animal que mata sin necesidad. Pero sobre todo necesitamos una meditación incesante sobre el lenguaje, ya que la especie humana es la única que canta y que miente, que convierte verbalmente sus realidades en sueños y sus sueños en realidades, que ha erigido con su lenguaje ciencias y polémicas, enciclopedias y códigos, epopeyas y mitologías. Los placeres de la lectura, el anhelo de eternidad de ciertas formas del lenguaje, la sed de innovación y ruptura que caracteriza a las literaturas de la época, son algunos de los temas de estos ensayos. Aparece aquí una lectura del Canto general de Pablo Neruda; dos textos sobre Borges y sus obsesiones; una variación sobre el inagotable genio de Shakespeare; un ensayo sobre Cristo como personaje literario, y otro sobre el antiguo y deleitable relato de los amores de Dafnis y Cloe. El último de los ensayos de este libro, La decadencia de los dragones, reflexiona sobre el crepúsculo de ciertas formas de la fantasía y sobre la actual necesidad de fundar en razonamientos científicos y argumentos filosóficos los juegos de la imaginación. Es ritual desear, sin embargo, que se cumplan las profecías: que podamos volver a soñar con inocencia, para lo cual tendremos que descubrir lo más difícil: cómo volver a vivir con inocencia.»[3]
[1] http://www.santillana.com.co/alfaguara/detalleAutor.php?autorID=525 tomado de la Web el 05 de agosto de 2010, a las 5:20 p.m.
[2] ibidem
[3] http://www.lecturalia.com/libro/3584/la-decadencia-de-los-dragones tomado de la Web el 05 de agosto de 2010 a las 5:42 p.m.
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