viernes, septiembre 10, 2010

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Alverto Cepeda Samudio (30 de marzo de 1926 -12 de octubre de 1972)

Bachiller del Colegio Americano de Barranquilla, estudió periodismo primero en Ann Arbor y luego en la Universidad de Columbia, New York, Estados Unidos por espacio de dos años 1949 - 1951. A su regreso de Estados Unidos trabajó en la revista Crónica de Alfonso Fuenmayor. Fue director de los diarios El Nacional y Diario del Caribe de Barranquilla.

Cepeda Samudio fue autor de los libros de cuentos "Todos estábamos a la espera" (1954) y "Los Cuentos de Juana" (1972), y de la novela "La casa grande" (1962), además experimentó en el campo de la cinematografía con un cortometraje llamado, "La Langosta Azul" del cual fue el actor, guionista y productor. Posteriormente dirigió un documental sobre el carnaval de Barranquilla de 1961.

Este autor es caracterizado como un innovador de la narrativa contemporánea de Colombia. La coherencia, simplicidad y llanidad de sus relatos le imprimen un sello característico . Muchos críticos han tratado de establecer la influencia de Ernest Hemingway en las obras de Cepeda, sin embargo, como tal es una discusión aún por resolver, dado a los muchos elementos autóctonos que resaltan en sus escritos. El crítico Daniel Samper Pizano resalta en Cepeda un notable don creativo, supuestamente ataviado por las múltiples ocupaciones administrativas del escritor en sus años de labores.

Harold Kremer (Buga, 1955)

La creación de la Revista Ekuóreo fue para Harold Kremer el inicio de una intensa actividad literaria dedicada a la escritura e investigación del cuento como género. En 1980, junto a su compañero, Guillermo Bustamante publicó Ekuóreo, revista dedicada al minicuento latinoamericano; de manera inesperada el proyecto se convirtió en la publicación más seria y completa de la microficción en Colombia. Lo que en apariencia era una revista universitaria más, trascendió hasta ser una fuente de consulta obligatoria para quienes deseaban conocer sobre el tema. Esto marcaría profundamente el trasegar literario del bugueño, que a pesar de tener una pasión desde niño por reescribir su historia, tuvo que trabajar algún tiempo para culminar su primer relato, La noche más larga.

El minicuento colombiano encuentra en Harold Kremer -sin temor a equivocarnos- a su mayor exponente; no sólo por su manejo en las técnicas narrativas, elemento que constituye una de sus grandes obsesiones y experticia, también por lo polifacético de sus temáticas: lo urbano, lo fantástico, lo onírico, la guerra y una intensa exploración por las pasiones humanas. El minicuento es el campo de trabajo por excelencia donde sus herramientas fundamentales son la precisión y la economía del lenguaje, esta fijación por las formas no limita su escritura, por el contrario su literatura es un rico resultado de un arduo trabajo con la palabra.

Harold Kremer ha publicado desde el 2004 cuatro libros de cuentos. Su carrera literaria ha sido premiada en diversas oportunidades con reconocimientos nacionales y también siendo compilado en diversas antologías de cuento. Sus relatos aparecen en importantes revistas culturales y su investigación es consultada por los estudiosos de la microficción. El escritor ha incursionado en la crónica dirigiendo varios talleres de escritura en las universidades ICESI y LIbre de los que han resultado tres libros donde Harold aparece como director y compilador.

La profusa obra de Harold es materia en constante construcción, las palabras toman un sentido a partir de esa precisión con la pluma, un cuento es una historia donde todas sus partes concatenadas perfectamente hacen que se mueva y funcione y esto lo maneja Kremer con maestría[1].

Nació en Medellín en 1956. Miembro del consejo de redacción de la revista Prometeo y del equipo organizador del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha publicado los libros En la Ruta del Día (1989), La Tierra de la Sal y Reaprendizaje del Alfabeto (Premio nacional de poesía Fuego en las Palabras, en 1997). Ha sido incluido en las antologías Cinco poetas Jóvenes, Disidencia del Limbo, Conozcámonos Mejor (Brasil-Colombia), Postal de fin de siglo y Quién es Quién en la Poesía Colombiana.

dos poemas encantadores:

I

Puesto que se es un hombre
no se es grande.

Mas es haber venido aquí tan grande,
que haber creído ser un día
es haber sido.

Ahora hago en verdad esto o aquello,
mas no entiendo muy bien
por qué no soy un hombre que embetuna o hace fila,
quien ofrece cursos de ingles o enciclopedias,
algo así,
porqué no sería yo quien ora,
quien ahora muere,
quien intenta ser en esto
o en esto
o en aquello

Porqué sólo soy quien se pregunta,
quien se deshalla y se descentra,
sólo quien intenta no sabe muy bien qué.

Por qué soy al fin quien soy, si fuera.

Mas fue creer haber sido tan grande,
que sólo haberlo creído es haber sido.

II

Toda poética excluye e
intenta
construir su onanista paraíso.

Lo que mis ojos no vieron
lo vieron otros ojos.

Donde mi corazón no estuvo
otro se exaltó de dicha o de dolor.

Toda poética se ciega a sí misma,
despedaza su sextante,
a sí se siega.

De donde no extrajo nada
mi razón ofuscada por su obsesión de soles,
otro trajo su porción de luz.

Toda poética construye su casa
con ladrillos que también son míos.
Por qué entonces hacerla sin ventanas?

Lo que no alcancé a soñar otros lo soñaron,
y mi pasión no fue más alta ni más baja,
sino tan sólo mi pasión.

Toda poética es orín de perro,
límite,
miedo de ser lo que ya se era.

De donde no penetró mi ojo limitado otros trajeron su fulguración, su chispa.

Allí donde no pensara otros pensaron.
Un alguien que algo supo a mí me hizo saber.
Yo nunca miré solo. Yo nunca miré solo
Cuando tu muerte se te acerque
no veras sino

tu ojo,
tu ojo,
tu ojo.

Giovanni Quessep

Nació en San Onofre, Sucre, el 31 de diciembre 1939. Estudió filosofía y letras en la Universidad Javeriana, y en Italia se especializó en poesía del Renacimiento y Lectura Dantis. Profesor de literatura en la Universidad del Cauca, la cual le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en filosofía y letras en 1992.

Entre los poetas no nadaístas de la década de los años sesenta, es considerado el autor de la obra más completa y conservadora, según el Manual de Literatura Colombiana de Editorial Planeta, en el cual se afirma:

En el oficio y en el virtuosismo radica el interés de la poesía de Quessep, en la destreza para manejar un lenguaje que durante siglos de ser utilizado literariamente ha adquirido una carga expresiva que le confiere la categoría de "poético". Las claves de su poesía son entonces las referencias librescas, las connotaciones literarias. Pero si, por ejemplo, Borges las utiliza en forma tal que trascienden el terreno de lo anecdótico para mostrar de manera descarnada los conflictos del hombre, Quessep no aterriza y su poema se queda en el terreno de lo literario.

En sus palabras -"Me alejo de todo estilo de época y de toda moda y no me interesa describir los objetos de la realidad más tangible. Creo que todo poema debe ser una metáfora del alma: metáfora de sus maravillas y de sus terrores, de sus cielos y de sus abismos, esto es, la transfiguración de la realidad, lo que no constituye el olvido de la misma, sino su afirmación más profunda. Aun el yo lírico es del reino de las fábulas".


Sus obras:

Después del paraíso (1961), El ser no es una fábula (1968), Duración y leyenda (1972), Canto del extranjero (1976), Libro del encantado (1978), Madrigales de vida y muerte (1978), Preludios (1980), Muerte de Merlín (1985), Un jardín y un desierto (1993), Antología poética (1993)

Una pequeña degustación de Giovanni Quessep:

MIENTRAS CAE EL OTOÑO

Nosotros esperamos

envueltos por las hojas doradas.

El mundo no acaba en el atardecer,

y solamente los sueños

tienen su límite en las cosas.

El tiempo nos conduce

por su laberinto de hojas en blanco

mientras cae el otoño

al patio de nuestra casa.

Envueltos por la niebla incesante

seguimos esperando:

La nostalgia es vivir sin recordar

de qué palabra fuimos inventados.

LECTURA

Algo hay en la casa y no sabemos

de dónde viene; hay duelo y hojas secas

y colores quemados, y hay un libro

que no podemos leer, nuestro tesoro.

Vendrá la hora de la luna y los duendes

y buscaremos el dibujo más bello.

Alguien dice que vamos a morir...

Y no saber si lo ha leído o lo ha soñado.

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