Detenerse en el bosque: Humberto Eco
Escribiendo historias, el arte y oficio de narrar en el periodismo: Juan José hoyos
La diversidad del lenguaje periodístico y su relación con el literario, desde la construcción de los elementos que configuran un hecho, ya sea real o imaginario como: los personajes, la temporalidad, el narrador, la construcción de la trama o la locación en la sé que desarrolla la escena o la acción de dichos personajes, permite hacer indistintas relaciones entre la literatura y el periodismo.
En este análisis abordaremos el componente tiempo como uno de los elementos indispensables dentro de una historia. Así, podríamos hablar de la importancia de éste desde Juan José Hoyos. “todo relato bien contado […].está preñado de tiempo […]. Un tiempo que sirve para crear los límites en los que se realiza la acción […]. Podría decirse que se siente la realidad porque se siente el tiempo”[1].
De acuerdo con lo anterior una historia o narración requerirá de una construcción desde la temporalidad para adquirir una semejanza con la realidad. Si bien, el manejo de dicho factor puede ser indistintivo, éste necesariamente deberá estar inmerso en la construcción textual.
Hoyos, además, diferencia dentro de la narración la existencia de dos clases de tiempos: los tiempos vivos y los tiempos muertos. Estos, explicados desde el análisis que dicho autor realiza sobre un reportaje de Germán Castro Caycedo de su libro Karina. Reportaje en el que se cuenta el secuestro de un avión de carga en pleno vuelo por el M19 desde la Guajira hasta las selvas del Caquetá. Pueden ser interpretados como los encargados de acelerar o desacelerar la acción de los personajes y el desarrollo de la historia.
“Los tiempos vivos le han servido a Caycedo para contar los momentos en que la acción es más intensa: como el despegue, el sobrevuelo de los puntos más neurálgicos donde el avión puede ser detectado […] los tiempos muertos, a su vez, le han permitido plasmar el lento viaje del avión desde el desierto de la Guajira hasta los últimos picos del a cordillera oriental[2]”.
Por su parte, Humberto Eco al definir una obra narrativa como aquella que tiene la posibilidad de poner personajes en escena, para realizar acciones, aborda que dichas acciones pueden ser dilatadas “si tiene que pasar algo importante y apasionante, es menester cultivar el arte de la dilatación”[3].
Eco bajo el anterior planteamiento está haciendo referencia a los que Hoyos denomina “tiempos vivos, tiempos muertos”. Desde un análisis deductivo-interpretativo podríamos aproximar los tiempos muertos a esa acción de dilatación en la que le lector disminuye su velocidad de lectura y la relación lector, escritor es menos coyuntural y trascendente.
Adicionalmente Humberto Eco plantea la existencia del tiempo en la narración en tres veces, tiempo de fabula, tiempo de discurso y tiempo de la lectura.
Eco define dichos tiempos como los constitutores de relato. El primero hace referencia a los largos periodos del tiempo que transcurre con inmediatez dentro de la historia. “si el texto dice ‘pasaron mil años, el tiempo de la fabula es de mil años. Pero en e l nivel de expresión lingüística […], el tiempo para escribir (y para leer) el enunciado es brevísimo"[4]. Eco para definir el tiempo del discurso recurre a lo que se denomina como escena, en ella el tiempo del discurso tanto como el de la fabula parecen tener la misma periodicidad. Así, el tiempo del discurso es “ el efecto de una estrategia textual en interrelación con la respuesta del lector al que impone un tiempo de lectura”[5], estando inmerso en dicho planteamiento el tiempo de lectura.
Hoyos, retoma el concepto de escena, referenciándolo como uno de los nuevos paradigmas que el oficio del periodismo impone para el siglo XXI. Paradigma porque propende recuperar las formas antiguas de narrar.
En la escena, el estilo literario se combina con el narrativo para crear en una unidad temporal y situacional en la que se realiza la acción de los personajes.
Esta nueva forma de narrar en el periodismo es analizada por Juan José Hoyos desde sus con figurantes y sus antecedentes. Es así como para llegar a definir el paradigma del periodismo del siglo XXI, él parte del análisis de los relatos primitivos, la prosa partidista, el estilo epistolar, el estilo informativo, la entrevista, el reportaje, los llamados “muck rakers” y el periodismo investigativo y el nuevo periodismo [6].
El análisis de Hoyos, reconfigura la relación Eco – Hoyos. Eco propone la interpretación del tiempo, o lo que llama “dilatación”[7] como un factor de diferenciación del texto literario. Los nuevos paradigmas de la comunicación propenden por acercar al lector al hecho real, a vivivirlo y reconstruirlo desde la subjetividad del periodista, pero desde la objetividad de éste, clarificando que la construcción de un hecho periodístico se diferencia de uno literario en el origen de los datos. “Escribir un relato no significa abusar de todas las libertades para trastocar la realidad al amaño de la imaginación. Si se cambia un solo dato en un reportaje o en una crónica, esto los convierte inmediatamente en literatura”[8] pero no desconociendo la acción de dilatar, en el texto periodístico.
Es más la relación literatura periodismo, en este orden de ideas, se hace más cercana al analizar escritores como Truman Capote y su obra A Sangre Fría. O al analizar el reportaje como género periodístico o la novela realista como género literario.
Retomando la teoría de Eco de la Dilatación y teniendo como referente el análisis hecho a los nuevos paradigmas del periodismo para el siglo XXI, podemos llegar discernir entre la importancia de extender el texto, de construirlo desde el análisis de las diferentes escenas y acciones que los personajes hacen y entre los cuatro procedimientos, que según Tom Wolfe, son básicos del nuevo periodismo. La escenificación, el registro realista de los diálogos, el empleo del punto de vista y la relación de gestos cotidianos, hábitos, modales etc. de los personajes[9]. Ambos conducen a la construcción de la historia desde una acción vivencial y una correlación de tiempo y acción.
Así podríamos retomar a Hoyos en función de Eco en el ejemplo mencionado anteriormente de Germán Castro Caycedo. El lector se ve obligado a disminuir el ritmo de la lectura en los “tiempos muertos” y a acelerarlo en los tiempos vivos, pues es en ellos donde éste interviene en la historia: DILATACIÓN. “Aristóteles ya había prescrito que, en la acción trágica, la catástrofe y la catarsis final debieran ser precedidas por largas peripecias”[10].
La función del tiempo y la construcción de la historia tanto en el campo literario como el periodístico proponen la HIPOTIPOSIS o descripción viva y eficaz de alguien o algo por medio del lenguaje. Como una herramienta configurarte de la historia y como aquello genera una relación intrínseca entre autor, narrador, personajes, y lector. Por tanto el manejo del tiempo en la historia tanto de ficción como periodística dirige al lector a experimentar, conocer y relacionarse. A hacer parte de la obra.
[1] HOYOS Juan José, Escribiendo Historias, el Arte y Oficio de Narrar en el Periodismo, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2003, pág. 277
[2] Ídem
[3] ECO. U. Seis pasos por las bisques narrativas. (.H.L.M Mayes, trad). España, Editorial Lumen, Pág. 60
[4] ECO. U. Seis pasos por las bisques narrativas. (.H.L.M Mayes, trad). España, Editorial Lumen, Pág.64
[5] [5] ECO. U. Seis pasos por las bisques narrativas. (.H.L.M Mayes, trad). España, Editorial Lumen, Pág.68
[6][6] HOYOS Juan José, Escribiendo Historias, el Arte y Oficio de Narrar en el Periodismo, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2003, Pág. 297 – 358
[7] ECO.U. Seis pasos por las bisques narrativas. (.H.L.M Mayes, trad). España, Editorial Lumen, Pág. 59-82
[8] HOYOS Juan José, Escribiendo Historias, el Arte y Oficio de Narrar en el Periodismo, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2003, Pág. 38
[9] HOYOS Juan José, Escribiendo Historias, el Arte y Oficio de Narrar en el Periodismo, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2003, Pág. 359, 360,361.
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