La comuna del olvido
Los habitantes de La Comuna 13 de Medellín ha sido victimas de numerosas olas de violencia, por parte del crimen organizado; paramilitares, pandillas, bandas, desatan diarios duelos a muerte donde los menos implicados son los más afectados, en aquel sector de la cuidad de la eterna primavera, solo se ven cuerpos agonizantes sobre el asfalto, solo se oyen explosiones de balas, granadas, gritos y llanto, solo huele pólvora y en los corazones de sus habitantes solo se escucha el clamor por un poco de piedad, tranquilidad, y paz.
Juliana Gómez era una niña para entonces de 10 años, de tez morena, ojos saltones y pícaros y de una serenidad y madures atípica en los niños.
El 12 de julio del año 2002 sus padres fueron asesinados en medio de una lucha de poderes dice juliana, no se sabe aun a manos de quien; si de la guerrilla o de los “buenos” el ejército.
Jesús Darío Gómez y Adriana Agudelo fueron víctimas de los falsos positivos, de esos que a pesar de la evidente descomposición de las fuerzas armadas de la nación solo en 2007 se empezó a mirar con preocupación y ha formar parte de los principales combates del actual presidente Álvaro Uribe Vélez.
Historia de la vida y la muerte.
Juliana como de costumbre salía de casa todos los días a las cinco y treinta de la mañana para ir estudiar, aquel día su maestra de escuela no llegó y decidió junto con dos amigos más, regresar a casa.
A casi treinta metros de su hogar se escucharon seis disparos, uno tras otro, unos más cerca del otro, juliana hasta ahora no conocía la realidad de su pueblo, de su gente, no diferenciaba a l igual que muchos, los buenos de los malos, además de los que decía la radio.
Juliana corrió a pasos de gigante y cuando llegó a esa casa llena de orificios y vidrios rotos que un día fue suya, hecho a llorar al ver el cuerpo tendido de su madre que yacía en la cocina inerte.
Juliana no creía que aquella realidad fuera ahora suya y con tanta serenidad como la que se siente después de una estampida, caminó en busca de su padre y en el rincón en el que alguna vez jugó con las hoyas de mamá, tendido sobre el suelo que era mas bien una mezcla poco homogénea de cal y cemento, vió a su padre yaciente, tan muerto, tan frió tan solo.
Ahora la luz del sol se filtraba por los orificios de su transformada casa y entre trastornada y curiosa salió a la ventana, la única que a pesar de ser traspasada por una de sus balas había logrado no derribarse, tal vez con la intensión de vislumbrar los verdugos de sus padres, o el día que le esperaba o quizá el hada madrina para que retrocediera el tiempo, y en aquel espectáculo tan desolador, solo se podían ver hombres con traje camuflado husmeando en la zona, y un hombre de mirada curiosa en frente, tratando de enfocar su rostro a través de la ventana,- yo sonreí un poco para que la fotografía no saliera mal, y de pronto aquellos hombre de traje verde irrumpieron en la casa, revisando bruscamente los cuerpos sin vida de mis padres, como si yo no estuviera ahí-.
-son los únicos rostros que recuerdo aquel día, que ignorándome registraron toda la casa en busca de muerte, no de vida, solo les interesaba el número de bajas, porque para ellos mis padres eran guerrilleros, como se lo hicieron saber al país, a sabiendas de que la realidad fue otra.
Hoy mis padres no son más que cifras impunes que supuran en la herida que deja la violencia, la guerra, la corrupción, la ambición y el poder.
Son siete años de batallar por la justicia, por la verdad, por la vida y por la muerte.
fotografía:
JESÚS ABAD COLORADO, 'Comuna 13, Medellín, Antioquia', 2002. Edición 5/5. Fotografía blanco y negro, Edición 5/5. Impresión de pigmentos de carbono sobre papel PH neutro de alta calidad, 19 5/8 x 29 1/8 inches (50,0 x 74,0 cm). Quinta Galería
1 comentario:
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